
Meses después de la muerte de su esposo Albert, Vivienne comenzó a recibir sus flores favoritas semanalmente. Ninguno de sus hijos o nietos las había enviado, por lo que instalaron una cámara de seguridad para descubrir quién lo hacía. La verdad que descubrieron cambió para siempre a la familia.
Albert y Vivienne Harrison vivieron en Indianápolis, Indiana, durante la mayor parte de su matrimonio de 55 años. Albert falleció de causas naturales a los 86 años, dejando a Vivienne con el corazón roto. Sin embargo, ella contaba con el apoyo de su numerosa familia.
La pareja tuvo tres hijos, seis nietos, y recientemente habían celebrado el nacimiento de su primer bisnieto, solo unos meses antes del fallecimiento de Albert. Aunque extrañaba profundamente a su esposo, Vivienne se consolaba al saber que habían vivido una vida larga y llena de amor.
Las misteriosas flores
Unos meses después de la muerte de Albert, Vivienne regresó de la misa dominical y encontró un ramo de rosas, sus flores favoritas, en la puerta de su casa. “¡Oh, estas son las rosas más hermosas!”, pensó emocionada mientras las recogía.
Curiosa, llamó a su hija Miriam, quien negó haberlas enviado. También contactó a sus dos hijos, Andrew y Blake, pero ellos tampoco sabían nada al respecto. Todos prometieron preguntar a sus propios hijos para resolver el misterio.
Sin embargo, después de varias llamadas, ninguno de los miembros de la familia parecía ser el remitente. “Quizás fue papá quien organizó esto antes de morir”, sugirió Miriam. Inspirada por la idea, Vivienne llamó a la floristería que Albert solía frecuentar, pero ellos tampoco tenían registros de un pedido reciente a su nombre.
“Tal vez sea solo un gesto de un desconocido amable. Disfruta de las flores, mamá”, sugirió Miriam, pero Vivienne no podía dejar de preguntarse quién estaba detrás de este misterioso acto.
Una cámara revela la verdad
Las flores siguieron llegando cada domingo. Preocupada, Vivienne expresó sus temores a su nieta Hanna, quien decidió instalar una cámara de seguridad para descubrir al remitente.
El domingo siguiente, las grabaciones revelaron a un hombre joven dejando las flores en el porche y alejándose rápidamente. “Esto es raro, abuela. Parece demasiado joven para ser alguien que conoces”, observó Hanna.
“Es extraño, pero no parece peligroso. Aun así, quiero saber quién es y por qué lo hace”, insistió Vivienne.
El domingo siguiente, Jake, otro de los nietos de Vivienne, se quedó en casa con ella. Esta vez, cuando el hombre dejó las flores, Jake salió corriendo y logró alcanzarlo. Llevó al desconocido de vuelta a la casa, donde Vivienne le pidió explicaciones.
Una conexión inesperada
“Sra. Harrison, esto puede ser difícil de creer, pero soy Michael, y su esposo Albert era mi abuelo”, confesó el joven nerviosamente.
Jake reaccionó con escepticismo, pero Michael explicó que Albert había tenido un romance antes de casarse con Vivienne. De esa relación nació su madre, quien había sido criada sin saber quién era su verdadero padre. “Encontré al abuelo Albert hace algunos años, y aunque formamos un vínculo, nunca encontró el momento adecuado para contarles sobre mí. Antes de morir, me pidió que le enviara flores a usted como muestra de su amor y arrepentimiento”.
Vivienne quedó atónita, pero al observar más de cerca, notó un parecido sorprendente entre Michael y Albert cuando era joven.
“¿Me permitirías conocerte mejor, Michael?”, preguntó Vivienne con amabilidad. Michael reveló que su madre y abuela habían fallecido en un accidente de tráfico, dejándolo sin familia antes de buscar a Albert.
La familia se une
Con el tiempo, Vivienne aceptó a Michael como parte de su familia, convenciendo al resto de los Harrison de hacer lo mismo. Organizaron una reunión familiar donde Michael pudo presentar a su esposa e hijo pequeño. Aunque algunos miembros tardaron más en aceptar la verdad, finalmente lo hicieron, reconociendo el valor del gesto de Albert y la bondad de Michael.
“Mamá, ¿cómo puedes aceptar esto tan tranquilamente?”, preguntó Miriam durante la reunión.
“Hija, la vida es demasiado corta para guardar rencores. Albert nos dio muchos años de amor, y su último deseo fue traer alegría. ¿Qué más puedo pedir?”, respondió Vivienne con serenidad.
Desde entonces, Michael continuó visitando a Vivienne cada domingo, trayendo flores y disfrutando de una taza de té con su nueva abuela.
Reflexiones
- La perspectiva de la vida cambia con la edad. Vivienne entendió que el amor y la aceptación traen más felicidad que el rencor.
- Los secretos no son eternos. Aunque Albert no pudo compartir su verdad en vida, su gesto final unió a su familia de manera inesperada.
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